Si Escuchas Su Voz

Algunos Desafíos Pastorales Del Sínodo De Obispos Sobre La Familia

Posted

Al hacerse público la “Relatio Synodi”, el documento final de los obispos congregados por el Papa para el Sínodo extraordinario sobre la familia dedicado a “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, algunos sectores de la prensa mundial han señalado que dicho documento expresa la imposición del ala conservadora de la Iglesia y la “derrota” de las propuestas renovadoras impulsadas por el Papa Francisco. Cabe hacer recordar que, según el Derecho Canónico, un sínodo de obispos debate las cuestiones que le son planteadas, expresa su parecer, pero no las dirime ni da decretos sobre las mismas; es al Papa a quien corresponde ratificar las decisiones del Sínodo (Cf.,  CIC, Canon 343). “El Sínodo de los Obispos está sometido directamente a la autoridad del Romano Pontífice” (CIC, Canon 344). En ese sentido resulta fuera de lugar señalar que los obispos conservadores le han impuesto al Papa una determinada línea de pensamiento. El Santo Padre podría sacar una nueva encíclica sobre el matrimonio, sin necesidad de tener la aprobación de los llamados “grupos conservadores”, y así poder implementar las “reformas” que considere necesarias. El mismo Papa, en su discurso de conclusión del Sínodo, ha señalado que no hay razón para pensar en una suerte de confrontación hostil dentro de la Iglesia, tal como lo indica algún sector de la prensa: “Tantos comentaristas han imaginado ver una Iglesia en litigio donde una parte está contra la otra, dudando hasta del Espíritu Santo, el verdadero promotor y garante de la unidad y de la armonía en la Iglesia” (Discurso del Papa al concluir el Sínodo Extraordinario sobre la Familia, Vaticano 18 de octubre de 2014).

El Papa nos exhorta ha confiar en la guía del Espíritu Santo, viviendo el Sínodo con “tranquilidad y paz interior”, “porque el sínodo se desarrolla cum Petro et sub Petro, y la presencia del Papa es garantía para todos” (Discurso del Papa, 18 de octubre de 2014). El Sínodo no puede ser visto como un espacio de confrontación de ideas propias que se busca imponer a los demás, sino como un camino común hecho por el Papa y los obispos del mundo; eso no significa que no pueda haber tensiones o discrepancias al interior mismo de la Iglesia al momento de abordar los problemas pastorales sobre la familia; lo importante es no apartarse de la enseñanza de Cristo y tener siempre presente lo que ha sido recogido en el propio Derecho Canónico (Cf., CIC, can. 1752) que “La suprema ley es la salvación de las almas”. El mismo Papa ha alentado una apertura de espíritus en los obispos y ha reconocido con alegría las intervenciones en el sínodo de aquellos pastores que expresaron puntos de vista discrepantes movidos por su celo pastoral y doctrinal.

Por otra parte, quienes esperaban una nueva dirección de la enseñanza de la iglesia respecto al matrimonio y en temas como el de los divorciados vueltos a casar por lo civil, las uniones civiles entre personas homosexuales, obviamente se han sentido defraudados. Algunos han dicho que no era necesario hacer un Sínodo para decir solamente que la Iglesia “acoge a los pecadores”. La Iglesia no puede dejar de ser fiel a la verdad sobre el matrimonio. Una cosa es profundizar y esclarecer determinados aspectos de la doctrina y otra cambiar la doctrina esencial. La forma cómo votaron los obispos sobre terminados temas, tales como la comunión para los divorciados vueltos a casar por lo civil, refleja que hay un gran número de obispos que postula por una mayor apertura con respecto a la práctica pastoral vigente, sin que esto signifique cuestionar la verdad esencial sobre el sacramento del matrimonio (su unidad, la indisolubilidad, la fidelidad, la apertura a la vida). No se trataba de que todos los obispos piensen igual sobre cuestiones discutibles; la unidad de la Iglesia no es “uniformidad”; por ello, el espacio estaba abierto para que los obispos puedan exponer libremente sus discrepancias y propuestas prácticas.

El Papa ha sido muy claro al señalar que la “Relatio Synodi” es un “resumen fiel y claro de todo lo que fue dicho y discutido en esta aula y en los círculos menores”, es decir, no es un asunto cerrado, pues como precisa el mismo Papa Francisco: “todavía tenemos un año para madurar con verdadero discernimiento espiritual las ideas propuestas y encontrar soluciones concretas a las tantas dificultades e innumerables desafíos que las familias deben afrontar; para dar respuesta a tantos desánimos que circundan y sofocan a las familias” (Discurso del Papa del 18 de octubre de 2014). Las iglesias locales analizarán y madurarán las reflexiones e ideas propuestas en la “Relatio Synodi”. Habrá entonces que esperar hasta octubre del 2015 para que se obtenga conclusiones más precisas sobre los temas abordados y se llegue a plantear “soluciones concretas” a los problemas y desafíos pastorales. Desde luego que no podemos esperar un cambio de la doctrina fundamental sobre el matrimonio.

Con respecto a la atención que deben tener las personas con una orientación homosexual, en el número 54 de la “Relatio Synodi” los obispos señalan, citando un texto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (Cf., “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales”, del 3 de junio de 2003), que  “No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”; sin embargo, precisan los obispos, “los hombres y mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto y delicadeza”. La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe ya ha expresando una postura clara sobre este punto señalando que el respeto hacia las personas homosexuales no implica de ninguna manera que se acepte el reconocimiento legal de uniones entre personas homosexuales. La Iglesia jamás aceptará una forma de matrimonio distinta a la de la unión de un varón con una mujer libres de impedimento, por más que en varios países se reconozca legalmente como “matrimonio” las uniones civiles entre parejas del mismo sexo.

 El mantenerse en la verdad no supone, obviamente, que la Iglesia ignore los grandes problemas que plantea el mundo moderno sobre el matrimonio, sin proponer soluciones concretas a tantos fieles que viven situaciones de pecado o, por lo menos en situaciones consideradas como “irregulares”. La Iglesia no puede caer en la tentación de “descuidar la realidad”. El Papa Francisco ha señalado con claridad que la Iglesia “no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (Cf. Lc 15)”, la Iglesia tiene siempre las puertas abiertas para acoger a los necesitados. “La Iglesia que no se avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario, se siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el camino…” (Discurso del Papa, 18 de octubre de 2014). De este modo se reafirma una vez más el principio de la caridad pastoral que todos los pastores deben poner en práctica.