Si Escuchas Su Voz

El Buen Pastor Conoce a Sus Ovejas

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El IV Domingo de Pascua la Iglesia celebra el “Día Mundial de Oración por las Vocaciones”, haciéndose eco de las palabras de Jesús: “La mies es mucha, pero los obreros son pocos. Oren, pues, al dueño de la mies para que envíe obreros a su campo” (Mt 9, 37-38). Para el año 2015 corresponde la 52ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Todos los fieles cristianos están llamados a orar y promover el surgimiento de vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada, para que los jóvenes escuchen el llamado del Señor a seguirle.

El Papa Francisco nos dice que las palabras expresadas en el texto antes citado (Cf., Mt 9, 37-38/ Lc 10, 2), “…nos sorprenden, porque todos sabemos que primero es necesario arar, sembrar y cultivar para poder luego, a su debido tiempo, cosechar una mies abundante. Jesús, en cambio, afirma que ‘la mies es abundante’. ¿Pero quién ha trabajado para que el resultado fuese así? La respuesta es una sola: Dios. Evidentemente el campo del cual habla Jesús es la humanidad, somos nosotros. Y la acción eficaz que es causa del ‘mucho fruto’ es la gracia de Dios, la comunión con él. Por tanto, la oración que Jesús pide a la Iglesia se refiere a la petición de incrementar el número de quienes están al servicio de su Reino.” (Mensaje en ocasión de la 51° Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, “Vocaciones, testimonio de la verdad”, 2014). Es el Espíritu Santo el principal agente de la evangelización. En el evangelio de Juan se nos dice: “En esto resulta verdadero el refrán de que uno es el sembrador y otro el segador. Yo les he enviado a segar donde ustedes no se han fatigado” (Jn 4, 37-38). El Señor no quiere hacer su obra sin nosotros, ha querido contar con nosotros, por ello continúa llamando a servidores que sigan su ejemplo de buen pastor, estando dispuestos a dar la vida por las ovejas.

¿Cuál es el significado de la imagen del ‘pastor’ para nosotros? ¿En qué sentido la Iglesia necesita de pastores ‘según el corazón de Cristo’? Hoy en día la imagen de pastor quizá no dice mucho para quienes viven ajenos a las labores del pastoreo en los campos; sin embargo, dicha imagen no ha dejado de tener vigencia, por ello es conveniente reflexionar sobre el sentido que tenía para el pueblo de Israel la imagen del Señor como Pastor.

La figura del pastor y su rebaño, como señala el teólogo Xabier Pikaza, pertenece al mundo cotidiano del antiguo oriente mediterráneo. En el oriente (Sumeria, Babilonia, Asiria, entre otros pueblos) el título de pastor se atribuye al rey, que “como tal reúne a los dispersos, protege a los enfermos, ayuda a los débiles”; así mismo, el título de ‘pastor’ se atribuye a Dios, en cuanto que “cuida del rebaño grande de los hombres” (Cf., Pikaza, X. Hermanos de Jesús y Servidores de Los Más Pequeños. Sígueme, Salamanca 1984, p. 155). Una de las imágenes muy utilizadas en la Biblia para referirse a la relación de Dios con su pueblo es la de ‘Pastor’. Esto es perfectamente entendible siendo el pueblo de Israel, en sus orígenes, un pueblo de pastores.

En el antiguo testamento la imagen del pastor es muy recurrente, la encontramos en muchos pasajes bíblicos (Cf., Gn 48, 15; Jr 3, 15: 23, 1-4; Ez 34, 1-23; Sal 22, entre otros). El profeta Ezequiel (Cf., Ez 34, 1ss), por ejemplo, nos presenta una contraposición entre los falsos pastores y el Señor como buen pastor: “Yo mismo apacentaré mis ovejas y las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahveh. Buscaré a la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma…” (Ez 34, 16ss). El Salmo 22, nos introduce en el sentido y significado que tiene la imagen del pastor para el pueblo, lo cual es magistralmente expresado por el salmista: “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas” (Sal 22, 1ss). El salmista expresa los sentimientos del creyente que se siente acompañado por el Señor, su absoluta confianza en el pastor al sentirse totalmente seguro de ser conducido por el camino recto, y que sus fuerzas no flaquearán porque el Señor siempre estará a su lado; aún cuando afronte los más grandes peligros nada le puede faltar; “nada temo porque tú vas conmigo, tu vara y tu cayado me sosiegan.” (Sal 22, 4). El pastor no se impone ante sus ovejas como la figura dominante de un jefe o caudillo, se trata de una relación vital entre el pastor y su rebaño. El pastor es capaz de inspirar plena confianza en quienes le siguen. El pastor se pone al frente del rebaño no para dominarlo sino para protegerlo, para conducirlo hacia las “fuentes de agua viva”, hacia las “verdes praderas” del Reino de Dios. En el nuevo testamento Jesús también recupera la imagen del pastor de la tradición bíblica. Jesús hace realidad esa promesa expresada por el profeta Ezequiel.

El evangelio de Juan (Cf., Jn 10, 1-16. 27-30) trata de enfatizar la figura de Jesús como buen pastor que se pone delante de sus ovejas, que da la vida por ellas, no como los falsos pastores que se comportan como ‘ladrones’ y ‘salteadores’. Él mismo se presenta como el verdadero pastor: “Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas” (Jn 10, 14), “Yo doy mi vida por las ovejas” (Jn 10, 15). La imagen de Jesús como buen pastor ha calado profundamente en la iconografía desde los primeros siglos del cristianismo. La imagen de Jesús cargando una oveja sobre sus hombros la encontramos prácticamente por todas las principales iglesias. El báculo utilizado por los obispos es una remembranza de la vara del pastor. Los obispos son llamados pastores de una porción del pueblo de Dios. En cuanto pastores, los obispos están llamados a tener siempre como modelo y guía a Jesús el Buen Pastor, teniendo los mismos sentimientos de Jesús. La relación del pastor con su grey no puede ser reducida a términos jurídicos. Los presbíteros, como cooperadores del obispo, son también considerados como pastores; de hecho, a los párrocos se les llama pastores. De modo que la imagen del pastor resulta difícil de sustituir, el cual, sigue teniendo plena vigencia en el mundo cristiano.

El Papa Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica “Pastores Dabo Vobis” (del 25 de marzo del año 1992), citando el pasaje de profeta Jeremías: “Les daré pastores según mi corazón” (Jr 3, 15), nos dice que “esta promesa de Dios está, todavía hoy, viva y operante en la Iglesia, la cual se siente, en todo tiempo, destinataria afortunada de estas palabras proféticas y ve cómo se cumplen diariamente en tantas partes del mundo, mejor aún, en tantos corazones humanos, sobre todo de jóvenes (N.° 82). No se trata, desde luego – precisa el Papa - de que el pueblo de Dios sea proveído de cualquier tipo de pastores, sino de pastores según el corazón de Cristo. El ‘corazón de Cristo’, enfatizaba el Papa, desea palpitar en los corazones de los sacerdotes.