‘Naciendo de Nuevo’ Diacono

Feliz de que ‘Dios Me Está Usando Como una Herramienta’

Posted

“La forma en que el edificio se sacudió. Sabíamos que el edificio se balanceaba a causa del viento, pero no de esa manera”, recordó Diacono Vázquez, de 51 años, quien ahora sirve en la parroquia de St. Raymond en el Bronx.

“Miramos por la ventana y vimos los restos y escombros caer y me pareció que este iba a ser mi momento. Mi supervisor en ese entonces me dijo que él nunca me había visto tan asustado”.

Junto a sus compañeros de trabajo él busco la manera de bajar por la oscurecida escalera a medida que el acre humo empezaba a salir por las rejillas del aire acondicionado, finalmente emergiendo a la brillante luz del sol en la plaza de las torres justo cuando el segundo avión chocó contra el segundo edificio. El salió corriendo en dirección hacia el norte de Manhattan.

Vázquez no lo sabía en ese momento, pero su hermano Luis, había estado entrando en el edificio justo cuando el primer avión chocó. El también había dado la vuelta y temió por su vida. Fuera de contacto con su familia, los dos comenzaron por separado el largo viaje hacia el norte desde Battery Park. Mucho más tarde ese mismo día, Vázquez finalmente llegó a la casa de su madre en el Bronx. El recuerda haber sido recibido con aplausos, mientras cruzaba la puerta en la entrada.

“No recuerdo quien me abrió la puerta. Pero cuando me vieron todos empezaron a aplaudir”, él recordó. “Por supuesto que recibí un fuerte abrazo y beso de mi esposa y de mi madre. Fue ahí entonces cuando mi hermano me miró y me dijo: ‘feliz cumpleaños hermano’. ¡Porque ese día sí que habíamos nacido de nuevo”!

No mucho antes de eso, su párroco en San Atanasio, Monseñor William Smith, había cogido una vez a Vásquez del hombro y se le preguntó de cuándo iba a empezar a estudiar para el diaconado permanente. A Vázquez se le había pedido antes dos veces si estaba interesado en servir como diácono, por otros sacerdotes, pero él se había literalmente reído con la sugerencia. Esta vez había sido diferente.

“Básicamente, él me estaba dando una orden”, dijo Vázquez con una carcajada. “El te puede dar una orden con una sonrisa en su cara y no se le puede decir que no”.

De hecho, el Diácono Vázquez y su esposa, Elizabeth, quien por coincidencia había estado en el World Trade Center, donde ella trabajaba para Morgan Stanley cuando sucedió el ataque del carro bomba contra las torres en el 1993, había estado pensando en mermar su participación en la parroquia. Con dos pequeñas hijas, Mónica, ahora de 16 años; y Verónica, ahora de 20 años (y una tercera hija, Sofía, ahora 7), y las presiones del trabajo y el hogar, estaban empezando a hacerlos sentir un poco apretados. Ella era una catequista y él era un ministro de la Eucaristía.

En el 9/11, él seguía explorando la idea de convertirse en diácono.

“El proceso ya había comenzado”, él dijo. “Y yo nunca voy a olvidar que me pasó por la mente. Pensé que si yo me libre de la tragedia fue por alguna razón. El Todo Poderoso, Él tiene planes para mí”.

Así que con la bendición de Elizabeth, Vázquez entró en el programa de formación diaconal en el Seminario de San José en el 2003 y fue ordenado en el 2007.

“El desafío más grande para mí fue tener que agarrar los libros de nuevo”, él dijo. “Oh Señor, fue bien duro. Tienes que tener la teología y la filosofía. Yo sabía que no iba a ser como los niveles que exigen a los seminaristas porque ellos están inmersamente profundamente en ello. Pero al mismo tiempo sabía que esperaban que supiéramos algo. Debido a que nadie quiere ordenar a un diácono que no tenga el conocimiento, y que no sepa acerca de la historia de la Iglesia, o que tenga poca teología”.

Al menos Diacono Vázquez tenía una ventaja sobre sus compañeros de clase. La historia de su vocación va mucho más allá cuando se le ofreció por primera vez el diaconado. Como un niño que creció en Puerto Rico siempre se había sentido atraído por el sacerdocio e incluso había entrado en el seminario cuando era un adolescente. Las dificultades económicas habían hecho necesario su cambio con su familia a la parte continental de los EE.UU., y él puso sus sueños sacerdotales a un lado para entrar en la Fuerza Aérea.

En cierto modo, convertirse en diácono le trajo casi un círculo completo. Es lo más cercano al sacerdocio como hombre casado con hijos y un trabajo de tiempo completo que se puede conseguir. Él trabaja en el Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering en la oficina de las instalaciones.

“Le veo en su trato con los sacerdotes en St. Raymond y él es como si estuviera en casa”, dijo Elizabeth. “Ahí es donde él se siente más cómodo. Sí, él es un gran esposo, un gran padre, pero esta sin duda en su ambiente cuando está ahí con los sacerdotes”.

Como diácono, sus funciones son muchas. El visita a los enfermos, lleva la Comunión a los confinados en casa, toma parte en la liturgia, enseña RCIA y un curso de la cultura hispana en el seminario y en general actúa como una especie de enlace eclesiástico. A veces, su servicio puede parecer ingrato, pero hay muchos puntos buenos también.

“El deber más gratificante que he encontrado es cuando bautizo niños. Es increíble, debido a que uno abre las puertas. Usted les está dando la bienvenida a la Iglesia”, él dijo. “Dios me está usando como una herramienta y eso me hace muy feliz”.