Abrazo Fraternal Une al Papa y al Patriarca Ruso

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Por fin se abrazaron el papa Francisco y el patriarca ortodoxo ruso Kirill de Moscú, besándose el uno al otro tres veces.

“Finalmente, le dijo el papa al patriarca el 12 de febrero mientras se reunían en un salón del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana. “Somos hermanos”, él le dijo al patriarca.

En medio del sonido de cámaras y múltiples destellos iluminadores se escuchó al patriarca Kirill decirle al papa: “Las cosas son más fáciles ahora”.

“Está claro que esta es la voluntad de Dios”, le dijo el papa Francisco.



Un vuelo de casi 12 horas fue el clímax de meses de intensas negociaciones y de más de dos décadas de insinuaciones de unir a un papa y a un patriarca ruso por primera vez.

El presidente cubano Raúl Castro sirvió como anfitrión del papa y el patriarca, quien se encontraba visitando las comunidades rusas ortodoxas en la isla nación. El papa Francisco tenía una visita pastoral a México planificada durante meses; la parada en La Habana fue anunciada justo una semana antes de la reunión.


El papa Francisco y el patriarca Kirill firmaron una declaración conjunta que enfatiza las cosas de ambas iglesias tienen en común.

Refiriéndose a la situación en el Oriente Medio y el Norte de África, ellos dijeron que “se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en Cristo, pueblos y ciudades enteros”. Ellos hicieron un llamado a la comunidad internacional a “actuar urgentemente para prevenir expulsiones adicionales” de cristianos, terminar la violencia y el terrorismo y a asegurar que grandes cantidades de ayuda humanitaria les lleguen a las víctimas de la violencia.



“Levantando nuestras voces en defensa de los cristianos perseguidos, también solidarizamos con sufrimientos de seguidores de otras tradiciones religiosas, que se han convertido en víctimas de la guerra civil, el caos y la violencia terrorista”, ellos dijeron.

“Los intentos de justificar actos criminales por consignas religiosas son absolutamente inaceptables, dijeron. “Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios”.

Ellos llamaron “mártires de nuestros tiempos” a todos los que han muerto y dijeron que los mismos ayudan a unir varias iglesias “mediante su sufrimiento compartido”.

Ellos hablaron de la necesidad de estar vigilantes contra la integración europea que está “vacía de respeto por las identidades religiosas”. También hablaron de la extrema pobreza, de los millones de migrantes y refugiados que tocan a las puertas de las naciones ricas” y del consumismo.

Ellos hablaron de asuntos de la vida: el aborto, la eutanasia, las nuevas tecnologías reproductivas y las amenazas contra las opiniones de las iglesias sobre el matrimonio.

Después que firmaron el documento, los dos líderes se abrazaron y cada uno habló brevemente.

El patriarca Kirill dijo que durante dos horas ellos tuvieron “una conversación abierta con pleno entendimiento de la responsabilidad por nuestras iglesias, por nuestro pueblo creyente, por el futuro del cristianismo y por el futuro de la civilización humana. Fue una conversación con mucho contenido que nos dio la oportunidad de entender y sentir nuestras respectivas posiciones. Y los resultados de este diálogo me permiten asegurar que actualmente las dos iglesias pueden cooperar conjuntamente defendiendo a los cristianos de todo el mundo y con plena responsabilidad trabajar unidos, para que no haya la guerra; para que la vida humana se respete en todo el mundo, para que se fortalezcan las bases de la moral personal, familiar y social; y que a través de la participación de la iglesia en la vida de la sociedad humana moderna se glorifique el nombre de nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo”.

El papa Francisco dijo: “Hablamos como hermanos, tenemos el mismo Bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras iglesias, coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente sin medias palabras y yo les confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de su Santidad, humildad fraterna y sus buenos deseos de unidad. Hemos salido con una serie de iniciativas que creo que son viables y pueden hacerse”.



El patriarca Kirill le regaló al papa un pequeño ícono de Nuestra Señora de Kazán, que es un símbolo no solamente de la distensión vaticana-ortodoxa rusa, sino también de esperanzas fallidas. La copia más antigua del ícono, pieza ornamental del siglo 18, había estado colgada durante décadas en el estudio de san Juan Pablo II mientras él tenía la esperanza de devolvérsela personalmente a Rusia. En vez, en el 2004 él le encomendó al cardenal Walter Kasper llevarla de regreso a su país de origen como gesto de buena voluntad. El ícono es uno de los más venerados y replicados de la ortodoxia rusa.



El papa Francisco le regaló al patriarca Kirill un relicario de san Cirilo, santo patrón del patriarca, y un cáliz que no solamente es un símbolo de la esperanza por la comunión plena entra las dos iglesias, sino también una señal de que la Iglesia Católica reconoce la validez de los sacramentos ortodoxos.

La adición de la parada en Cuba fue ampliamente vista como usa señal del deseo del papa Francisco de caminar la milla extra para extender una mano en amistad. A su vez, dicen algunos observadores, le brindó a los rusos ortodoxos que se oponen al ecumenismo un sentido de que la iglesia de ellos es especial y que esta no se inclinó ante nadie al acordar esta reunión.

En un comentario distribuido el 11 de febrero, el obispo católico ucranio Borys Gudziak de París dijo: “El papa está demostrando humildad; él está yendo al territorio de los demás. Ante los ojos de los rusos nostálgicos, Cuba es casi un territorio patrio, un último puesto de un Imperio Ruso perdido”.

Los rusos ortodoxos le dijeron al Vaticano durante décadas que una reunión entre el patriarca y el papa era imposible debido a las actividades de los católicos del rito latino en Rusia y, especialmente la de los católicos del rito oriental en Ucrania. —CNS