El Cardenal O’Connor Recordado en Misa de la Catedral en Su Centésimo Cumpleaños

Posted

Una misa fue ofrecida el 15 de enero en la Catedral de San Patricio como sentido recuerdo del cardenal John O’Connor en el centenario de su nacimiento.

“Agradecemos a Dios por el regalo de su vida. La mejor manera de hacerlo es seguir viviendo lo que él nos enseñó”, dijo el obispo auxiliar Edmund Whalen acerca del cardenal O’Connor en sus palabras de bienvenida.

El obispo también llamo al cardenal “un sacerdote maravilloso y un líder valiente”. Ordenado obispo en diciembre 10, el obispo Whalen sirvió como sacerdote secretarial del cardenal O’Connor de 1990 a 1992.

El obispo Whalen, celebrante principal y homilista de la misa esa tarde, hablo sobre del cardenal O’Connor con mucho cariño mientras describía la pequeña casa adosada donde él y sus cuatro hermanos fueron criados en la parte suroeste de Filadelfia, la ciudad natal del cardenal.

“Lo que me hubiese encantado escuchar son los chistes de sí mismo acerca de estar cumpliendo 100 años”, dijo el obispo Whalen, aludiendo al característico sentido del humor que tenia el cardenal O’Connor.

“Este notable hombre, este santo sacerdote, este obispo que nos ha mostrado lo que significa servir en la Iglesia, necesita no solo ser recordado, sino que también nos acordemos tal como él nos hubiera recordado en el estricto sentido de la memoria hebrea: sin mirar para atrás, sin ponernos nostálgicos, sino más bien viviendo el ahora”.

El obispo Whalen dijo del cardenal que “mientras el escuchaba el llamado de Dios, descubriéndolo en las profundidades de esos años de la Gran Depresión...el reconoció que Dios lo estaba llamando a ser la presencia de Jesús a los demás…que mayor humildad puede ser esa”.

Desde el comienzo de su sacerdocio, el cardenal O’Connor vivió su lema episcopal: “No puede haber amor sin justicia”, dijo el obispo Whalen.

El obispo también afirmó la total creencia del cardenal en “la dignidad de toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural... lo cual eventualmente se convirtió en la fundación y principio de las Hermanas de la Vida”.

Dicha total creencia se extendió al incalculable número de horas que el cardenal “pasó visitando cuartos del hospital, especialmente durante la crisis del SIDA”.

Otros concelebrantes de la misa fueron el obispo auxiliar Gerardo Colacicco, quien fue ordenado al episcopado junto con el obispo Whalen, y monseñor Joseph LaMorte, vicario general de la arquidiócesis. El obispo Colacicco también sirvió como sacerdote secretarial del cardenal O’Connor de 1989 a 1990.

Las Hermanas de la Vida organizaron la misa especial, y muchas de ellas estuvieron entre las primeras personas asistentes en instalarse en los bancos delanteros de la catedral. Unas 60 Hermanas de la Vida estuvieron presentes en sus reconocibles hábitos blanco y azul marino. En total, asistieron 250 personas.

El cardenal O’Connor fundó las Hermanas de la Vida en 1991. El cardenal nombro a la madre Agnes Mary Donovan, S.V., para liderar la comunidad religiosa dedicada a concientizar a la sociedad y realizar misiones acerca de la cultura de vida. La madre Agnes Mary dio una reflexión después de la misa.

“Gracias a todos por acompañarnos a celebrar la vida del cardenal John O’Connor”, dijo la madre Agnes Mary al principio de su reflexión, señalando la “clara y convincente voz de amor y verdad” del cardenal y su “comprometida defensa basada en principios del incondicional derecho de toda persona humana a la vida”.

La madre Agnes Mary también habló de la profunda fe del cardenal O’Connor, su alto intelecto, “su alma humanitaria”, y de cómo estaba profundamente entristecido por el sufrimiento del Holocausto.

Ella dijo que el cardenal “a menudo expresaba su afecto especial y amor con bromas cariñosas”. La hermana señaló que a veces él la llamaba “Mamma Mia”, y que años después mientras ella cruzaba la calle Broadway, “miré hacia arriba y vio una nueva valla publicitaria con el título de un nuevo espectáculo escrito en letras enormes, y que decía ¡Mamma Mia!…Casi me echo a reír”.

Ella también habló de la misa fúnebre en Catedral de San Patricio por el cardenal, la cual atrajo cantidades de neoyorquinos católicos, junto con muchos dignatarios.

Antes de la misa del 15 de enero Catholic New York busco obtener entrevistas con sobrinos, sobrinas u otros familiares del cardenal O’Connor, preguntando a la madre Agnes Mary si alguno de ellos estaba presente. “Todos están en Filadelfia”, respondió ella con una sonrisa, señalando que a las 5:30 p.m. una misa recordatoria en honor al cardenal se celebraría simultáneamente en la ciudad del amor fraternal, la ciudad natal del cardenal O’Connor. Esa misa fue en la Catedral Basílica de las San Pedro y San Pablo.

Anne White, feligresa de la parroquia de San Miguel en la calle 34 west de Manhattan, fue una de las asistentes a la misa en la Catedral de San Patricio.

“No conocí al cardenal excepto por su reputación. Yo me mudé a Nueva York del medio oeste de los Estados Unidos unos años después de su muerte”, dijo la Srta. White a CNY después de la liturgia. “Sin embargo, al conocer a las hermanas, sospecho que su visión e influencia tuvieron mucho que ver con el espíritu de alegría que ellas irradian tan infaliblemente en su trabajo”.

Las Hermanas de la Vida “dan vida a la alegría pascual del catolicismo, la cual brilla constantemente, y es realmente un regalo que ellas comparten durante todo el año”, dijo la Srta. White.

Las Hermanas de la Vida invitaron a los fieles a quedarse después de la misa para una Hora Santa de Adoración con música provista por las mismas hermanas y un audio grabado del cardenal O’Connor hablando a las Hermanas de la Vida el 7 de marzo de 1994. Después, dijeron ellas, los fieles serian invitados a un chocolate caliente y rollitos de canela justo afuera de la catedral sobre la Quinta Avenida, “algo que le encantaba a nuestro fundador”.

El cardenal O’Connor sirvió durante 16 años como arzobispo de Nueva York terminando el 3 de mayo del 2000, cuando murió a los 80 años.