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Lo Que El Papa Nos Dejó Con Su Visita a Los EE.UU

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La visita del Papa Francisco a los Estados Unidos ha tenido una enorme transcendencia, y sus impactos son difíciles de cuantificar. El Papa llegó para participar en el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia; pero incluyó en su itinerario la visita a las ciudades de Washington D.C. (donde se reunió con el presidente Barack Obama) y Nueva York. El mayor impacto de su visita es en los fieles católicos que esperaban con muy mucha alegría y esperanza la visita del Pastor. El Papa Francisco nos escatimó ningún sacrificio, fue capaz de vencer el cansancio para cumplir su recargada agenda de compromisos. Su presencia en los EE. UU. Ha llenado de alegría sobre todo a los católicos, a quienes ha animado a perseverar en la fe y fidelidad a Cristo y su Iglesia. El Papa trató de muchos temas, algunos de los cuales resultan polémicos: Habló sobre la pena de muerte, el matrimonio y la familia, el derecho de los inmigrantes, de los desplazados por la guerra, sobre la tolerancia y la libertad religiosa, la defensa del medio ambiente, entre otros temas. Su palabra fue clara y firme. Como es habitual, el Santo Padre no sacrifica nunca la verdad del Evangelio por la ‘diplomacia’, o para no herir susceptibilidades de autoridades y mandatarios. No obstante ese estilo directo, el Papa ha suscitado la admiración y se ha ganado el respecto incluso de quienes no se profesan católicos. Su sencillez, su autoridad moral (predica con el ejemplo), no pueden pasar desapercibidos para nadie. El Papa mostró su cercanía sobre todo con los más pobres, los sin techo, los inmigrantes, los desplazados por la guerra, los presos. El Papa, por otra parte, ha tomado con mucha humildad el éxito de su visita a los EE.UU., él mismo nos dice que no se siente una “estrella” en la Iglesia, sino el “Siervo de los siervos de Dios”.

El Santo Padre llegó a los EE.UU (a Washington D.C.), en un vuelo procedente de Santiago de Cuba, el día martes 22 de septiembre por la tarde. El día 23 por la mañana se encontró, en una visita de cortesía, con el presidente Barack Obama; luego tuvo un encuentro con los obispos estadounidenses en la Catedral de San Mateo (en Washington D.C.); allí el Papa exhortó a los obispos a ser pastores “cercanos a la gente, pastores próximos y servidores”, a cuidar su vida espiritual para no caer en la tentación de convertirse en “notarios y burócratas”; el Papa hizo también un reconocimiento al rol de la Iglesia de los Estados Unidos en favor de los inmigrantes. Por la tarde el Papa realizó la canonización del franciscano español Junípero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, con una misa al aire libre a la que asistieron unas 25,000 personas. Al día siguiente (24 de septiembre), por la mañana, visitó el Congreso de los Estados Unidos, convirtiéndose en el primer pontífice en dar un discurso ante el pleno del Congreso, allí se presentó como “hijo de inmigrantes” que aboga en favor de los inmigrantes, también por los refugiados, reafirmó la defensa de la vida humana y propugnó la abolición mundial de la pena de muerte; expresó también su preocupación por la familia, la misma que es amenazada desde el interior y exterior. El Papa cuestionó que se ponga en duda el fundamento mismo del matrimonio y la familia. Después de su presentación en el Congreso hizo una visita al centro caritativo de la Parroquia de St. Patrick y encuentro con los “sin techo”; por la tarde de ese mismo día se trasladó a New York, donde participó de la Celebración de las Vísperas con el clero, religiosos y religiosas en la Catedral de San Patricio. El día 25 por la mañana visitó la Sede de la Organización de las Naciones Unidas y tuvo un encuentro con los miembros de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas; seguidamente tuvo un  encuentro interreligioso en el memorial del Ground Zero, en Nueva York; por la tarde hizo una visita a la escuela Nuestra Señora Reina de los Ángeles y tuvo un encuentro con niños y familias de inmigrantes, en Nueva York (Harlem); luego celebró la  Santa Misa en el Madison Square Garden de Nueva York. El día sábado 26 de septiembre, por la mañana, se trasladó a Filadelfia, allí celebró la Santa Misa con obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas de Pensilvania en la Catedral de San Pedro y San Pablo de Filadelfia; por la tarde de ese día participó en el Encuentro por la libertad religiosa con la comunidad hispana y otros inmigrantes en el Independence Mall, luego participó en la Fiesta de las familias y víspera de oración en el Ben Franklin Parkway. El día domingo 27 por la mañana tuvo un encuentro, en el Seminario San Carlos Borromeo de Filadelfia, con víctimas de abusos sexuales; luego tuvo una reunión con los obispos invitados al Encuentro Mundial de las Familias en el Seminario San Carlos Borromeo; seguidamente hizo una visita a los presos del Instituto Correccional Curran-Fromhold; por la tarde celebró la Santa Misa de clausura del VIII Encuentro Mundial de las Familias en el B. Franklin Parkway de Filadelfia; ese mismo día regresó a Roma.

Durante su vuelo de regreso a Roma tuvo una conferencia de prensa en la cual manifestó sus impresiones sobre su viaje. Ante la pregunta sobre ¿Qué era lo que le había sorprendido (o llamado la atención) en su primera visita a los EE.UU? el Papa respondió: “Me han sorprendido las miradas, el calor de la gente, tan amable, una cosa bella y también diferente. En Washington (tuve) un recibimiento caluroso pero un poco más formal, en Nueva York un poco exuberante, y en Filadelfia, muy expresivo. Tres modalidades diversas, pero de la misma acogida. Me ha impresionado mucho el recibimiento en las ceremonias religiosas y también por la piedad, la religiosidad. Se veía a la gente rezar y esto me impresionó mucho, mucho, era bello.” El Papa, pues, se ha ido gratamente impresionado de la gente en EE.UU. Otra de las preguntas que le hicieron en esa conferencia de prensa fue: ¿Qué piensa de que muchos países están construyendo nuevas barreras de alambre de púas? Al respecto el Papa señala: “Todos, todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución. En este momento Europa está en dificultad, es verdad. Debemos ser inteligentes porque viene toda aquella ola migratoria y no es fácil encontrar soluciones. Pero con el diálogo entre países deben encontrarlo. Los muros nunca son la solución. En cambio, los puentes sí. Siempre. Siempre. Eso es lo que pienso sobre los muros y las barreras. No son una solución. El problema permanece y permanece con más odio.” El Papa nos pide que en lugar de levantar muros que dividen a las personas construyamos puentes que acerquen a los pueblos. En definitiva: el Papa aboga por el derribo de todos los muros que generan exclusión, apuesta por una sociedad acogedora, inclusiva, solidaria con los pobres.