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Parroquia Misionera

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Qué significado e implicancia tiene el ser una “parroquia misionera”? ¿Cómo animar a nuestros fieles para comprometerlos en una pastoral misionera? Son interrogantes que muchos pastores se plantean a partir de la constatación de una realidad no muy alentadora en muchas parroquias. Es cierto que el dinamismo pastoral en las parroquias difiere mucho según se trate del viejo mundo, Estados Unidos, o Hispanoamérica e incluso del África o en cualquier parroquia situada en cualquier parte del mundo; incluso dentro de un mismo país la situación es diferente en cada diócesis; y, dentro de una misma diócesis o arquidiócesis nos encontramos también con realidades bastante diversas. Hay parroquias que despliegan gran dinamismo pastoral en su compromiso evangelizador; otras no tanto, otras muy poco o casi nada. ¿A qué se debe esa situación? Las causas son múltiples y resulta muy difícil homogenizarlas. Más que dedicar demasiado tiempo a los diagnósticos debemos pensar en qué hacer de manera concreta. El papa Francisco nos advierte que “hoy suele hablarse de un ‘exceso de diagnóstico’, que no siempre está acompañado de propuestas superadoras  y realmente aplicables” (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, 50). Esto no implica, de ningún modo, que abandonemos los espacios de análisis y reflexión teológica pastoral, o que debamos desatender la planificación de una verdadera “Pastoral de Conjunto” a nivel de diócesis y de país. No podemos excusarnos diciendo que el Espíritu Santo es el verdadero agente de la evangelización para evadir nuestras responsabilidades en la planificación pastoral, o exceptuarnos del esfuerzo y sacrificio que exige la acción pastoral.

Una parroquia, en y por sí misma, es decir, por su propia naturaleza, tiene que ser misionera. La parroquia, como hace notar el papa Francisco,  si bien es cierto que no es la única institución evangelizadora, debe “reformarse y adaptarse continuamente” para responder a los retos que plantea la evangelización en nuestro tiempo y contexto; lo cual requiere no sólo de nuevos métodos sino de un nuevo espíritu y actitud, también de “la docilidad y creatividad misionera del Pastor”. Es la parroquia—nos dice el Papa—la que se supone debe estar más en contacto con los hogares y con la vida de la gente, “la parroquia es presencia eclesial en el territorio, ámbito de escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del dialogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y de la celebración” (Evangelii Gaudium, 28). La parroquia no es solamente un lugar de encuentro y acogida, sino un espacio para seguir creciendo en la fe y madurando en el compromiso cristiano. El Papa retoma la idea de parroquia como “comunidad de comunidades”, “santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando, y centro de constante envío misionero” (Evangelii Gaudium, 28).  Ahora bien, nuestras parroquias, ¿responden a ese modelo antes descrito? El mismo Papa señala que es necesaria una revisión y renovación de las parroquias, pues “todavía no ha dado suficientes frutos en orden a que estén todavía más cerca de la gente, que sean ámbitos de viva comunión y participación, y se orienten completamente a la misión” (Evangelii Gaudium, 28).

Todavía muchos fieles conciben la parroquia como un espacio físico de carácter administrativo, que funciona como una especie de “centro de servicios religiosos”; “servicios” que son retribuidos con un estipendio o alguna forma de contribución periódica, sin que implique algún tipo de compromiso mayor del beneficiario de esos “servicios religiosos”. En muchas parroquias, son escasos los agentes laicos evangelizadores, la mayoría de los fieles que todavía cumplen con el precepto de la misa dominical piensan que eso es suficiente; en el mejor de los casos están dispuestos a apoyar económicamente con el financiamiento de algunas actividades parroquiales, pero nada más. Algunos fieles rehúyen a todo compromiso parroquial, aduciendo muchas veces que “no tienen tiempo”, o que “no están preparados” para desempeñar tareas evangelizadoras en su comunidad. Hay parroquias donde podemos encontrar algunos grupos o movimientos católicos (Renovación Carismática, Legión de María, Cursillistas, Movimiento Juan XXII, y otras agrupaciones religiosas que giran en torno a un santo patrono), pero en muchos de los casos, con pocos integrantes en la parroquia; más aún, resulta que con frecuencia son varios los integrantes que están en más de un movimiento dentro de la parroquia; de manera que hay parroquias en las cuales los laicos comprometidos en tareas de evangelización no llegan a unas cincuenta personas, la mayor parte son mujeres generosas a quienes no se ha valorad y reconocido suficientemente su rol en la Iglesia. Llama la atención que muchos pastores no sientan ninguna preocupación por esta situación de sus parroquias, pareciera como si se hubieran resignado a ese estado de realidad de cosas,  pensando que no se puede lograr cambios significativos. Quizá, han sido contagiados de la acedia espiritual y han perdido el entusiasmo misionero, el gozo del Evangelio, dejándose vencer por el pesimismo, convirtiéndose en conformistas o, como dice el Papa,  en “pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre” (Evangelii Gaudium, 84).

Esta realidad se percibe en nuestras diócesis de los Estados Unidos y de otros países. Si no fuera por la fuerte presencia católica hispana en los Estado Unidos, la realidad pastoral en las parroquias sería más crítica de la que hemos descrito anteriormente. Por ello, resulta de gran importancia y trascendencia que en Estados Unidos se esté realizando el V Encuentro de Pastoral Hispana “Discípulos misioneros: testigos del amor de Dios”, el cual constituye un proceso de reflexión que abarca cuatro años (del 2017 al 2020). El Encuentro Nacional, tal como está programado, tendrá lugar en Texas del 20 al 23 de septiembre de 2018. Se ha realizado ya la primera fase que corresponde a los Encuentros Parroquiales (Enero a Junio de 2017), siguiendo con los Encuentros Arquidiocesanos (Julio a Diciembre de 2017), luego vendrán los Encuentros Regionales (Enero a Junio de 2018). La etapa de reflexión y evaluación se hará entre Enero a Junio de 2019; el desarrollo y distribución de recursos se hará entre Julio a Diciembre de 2019; y, la última fase corresponde a la continuación de la misión (Enero a Diciembre de 2020). Este V Encuentro significará un nuevo impulso misionero para la Iglesia de los Estados Unidos, con una visión pastoral en clave misionera, una Iglesia de “puertas abiertas” que salga hacia las periferias en búsqueda de los más pobres, excluidos y alejados. Como resultado de ese V Encuentro se espera una renovación pastoral en las diócesis y arquidiócesis del país, particularmente en las parroquias.

Un gran desafío pastoral para la Iglesia es la formación y acompañamiento de agentes laicos, que con un nuevo dinamismo y pasión por el Evangelio asuman un rol más protagónico en la acción misionera, que se sientan verdaderos discípulos misioneros, movidos por el Espíritu, en comunión eclesial. Los pastores tienen el grave deber de preparar y acompañar a los laicos misioneros. Los obispos y todos los pastores de las diócesis deben dar prioridad a  esta tarea. Es, sobre todo, en la parroquia, donde debe concretarse el trabajo de formación de los agentes pastorales. A través de la parroquia—como dice el papa Francisco—se debe alentar y formar a sus miembros “para que sean agentes de evangelización” (Evangelii Gaudium, 28). Los laicos han sido y siguen siendo la gran esperanza para la renovación de la Iglesia orientada a la misión.