Visita Ayuda a Obispos Hispanos Ver La Realidad de Tierra Santa

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El obispo jubilado Plácido Rodríguez de Lubbock, Texas, recuerda el olor a madera y la sensación de la madera en sus manos cuando era niño en la fábrica de muebles de su familia en Celaya, México.

“Aquí trabajan la madera de olivo, en México trabajamos con cedro. Vemos la conexión con nuestros hermanos aquí”, dijo el obispo Rodríguez mientras caminaba por una pequeña fábrica operada por una familia en Odeh, donde se producen estatuas tradicionales de madera de olivo, recuerdos para vender a peregrinos y turistas. “Veo el esfuerzo que se necesita y el talento (para hacer este trabajo) como una forma de apoyar y alimentar a sus familias. Puedo ver que este es el trabajo de los cristianos. No tengo que decírselo, se puede ver en su trabajo”.

El obispo Rodríguez fue uno de 10 obispos hispanos de Estados Unidos que participaron en una peregrinación de paz a Tierra Santa del 18 al 27 de enero. Se reunieron con cristianos locales y con otros palestinos y también con israelíes para conocer personalmente la situación en la zona y abogar por “puentes, no muros”. Muchos obispos dijeron que la peregrinación les dio una mejor comprensión de la realidad cristiana palestina en Tierra Santa y les dio la oportunidad de expresar su solidaridad con esa comunidad, que representa menos del dos por ciento de la población palestina.

El 27 de enero, la agencia católica de socorro, Catholic Relief Services, recibió a los obispos en la aldea de Beit Sahour, que tradicionalmente ha sido cristiana y está cerca de Belén, para una visita a la cooperativa de artesanías de comercio justo que colabora con CRS en Tierra Santa, Holy Land Handicraft Cooperative, y una visita a uno de los talleres artesanales que CRS ayudó a renovar recientemente para mejorar las condiciones de trabajo.

“Me ha dado un entendimiento especial de la razón por la cual el número de cristianos en Tierra Santa está disminuyendo y la dificultad de vivir aquí debido a la ocupación”, dijo el obispo Felipe de Jesús Estévez de San Agustín, Florida. “Aunque he sentido una gran tristeza por su situación, también he quedado maravillado con lo que ha aguantado la Parroquia de la Sagrada Familia en Gaza”.

El obispo Nelson J. Pérez de Cleveland dijo que Gaza, con sus 2.3 millones de personas, era un tipo de “prisión humana”, donde los residentes no pueden irse y otros no pueden entrar. Aunque hay un aspecto político de la situación, el lado humanitario de la situación no puede ser ignorado, dijo.

“Las personas tienen derecho a la libertad de movimiento, derecho a la vida. Espero que de alguna manera, algún día esto se resuelva”, dijo. “Tanto los israelíes como los palestinos tienen su narrativa, pero (la situación debe ser resuelta) de una manera que respete la dignidad de la persona humana”.

Él dijo que aunque los estudiantes de la Universidad de Belén con los que los obispos hablaron le daban esperanza cuando los escuchó expresar su deseo de vivir paz, sus oportunidades de trabajo eran limitadas, y muchos jóvenes palestinos cristianos se ven forzados a emigrar por falta de trabajo.

“No podemos juzgar a un lado sobre el otro, pero...la justicia y la paz deben reinar entre estas dos comunidades que viven aquí”, dijo el obispo auxiliar Alberto Rojas de Chicago. “Esto es posible solo si cada uno reconoce la dignidad del otro”.

“Hemos (visto) la realidad de la vida aquí y hemos escuchado...el temor de los israelíes cerca de la frontera con Gaza”, dijo el obispo Pérez, quien agregó que podía entender el temor de una persona a la quien se le ha disparado. “Gente ha muerto. Eso fuel algo inquietante igual que ver la limitación de movimiento de personas de Gaza”.

“Ha habido situaciones en el mundo donde, en ciertos momentos, las personas sentían que no había esperanza y que no había nada que hacer”, dijo. “Pero la historia ha demostrado, a través de la gracia de Dios y la intervención y la bondad de las personas, que las situaciones han cambiado”.

—CNS