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El Exorcista Católico: un Ministerio en Crisis

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En anteriores columnas hemos señalado que hay autores católicos, teólogos, e incluso obispos, que abogan por la supresión del ministerio del exorcista, pues consideran que las llamadas “posesiones demoniacas” no serían sino solo casos de desórdenes mentales, enfermedades para las cuales la psiquiatría tiene suficiente explicación y los debidos tratamientos. Nosotros, discrepamos con tales posturas y consideramos que no se alinean con el magisterio de la Iglesia.

Desconocemos cuál sea el número actual de sacerdotes exorcistas en el mundo, es decir, de aquellos sacerdotes que, conforme lo establece el Código de Derecho Canónico, han recibido la licencia de parte del obispo Ordinario de lugar para “realizar legítimamente exorcismos sobre los posesos” (Cf., Canon 1172, & 1). El precitado canon tiene como presupuesto que las posesiones son reales. También se prevé que “el Ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida” (Canon 1172, & 2). Requisitos que no son poca cosa; y, si se aplican con verdadero rigor, no será fácil conseguir candidatos a exorcistas que cumplan cabalmente con todos los requisitos establecidos.

Hay que tener presente, como señala Ricardo de la Cierva (“Masonería, Satanismo y Exorcismo”. Edit. Fénix, Madrid, 2011), que en el pasado la Iglesia tuvo las “órdenes menores” de ostiario (que abre la puerta), lector, exorcista y el acólito. Se suprimieron la orden menor de ostiario y luego la del exorcista. “El exorcismo requiere desde el año 416 de nuestra era un permiso especial del obispo para que lo practique un sacerdote” (De la Cierva, R., p. 43).

Continuado con esa tradición, actualmente solo pueden ser exorcistas los sacerdotes que cuentan con la licencia de su obispo. “En el año 1614, el papa Paulo V autorizó la edición de un ritual romano que para el caso del exorcismo ha estado usándose hasta 1990, año que el papa Juan Pablo II, autorizó un ritual nuevo” (De la Cierva, R., p. 42).

Lo cierto es que actualmente hay todavía sacerdotes que cuentan con la licencia para realizar exorcismos sobre los poseídos; y, también que hay muchos obispos que ya no están dispuestos a dar licencias. ¿Cuál es la situación de estos exorcistas? ¿Ejercen ese ministerio o se limitan a derivar a los presuntos “poseídos por el demonio” a los psiquiatras? ¿Qué tanto apoyo reciben de sus obispos para ejercer ese encargo recibido?

Una de las personas más autorizadas para hablarnos de la crisis del ministerio de exorcista es, sin duda, el padre Gabriele Amorth (1925-2016), sacerdote italiano fallecido el 16 de septiembre del año 2016. El padre Amorth, fue designado como exorcista, por el entonces arzobispo vicario de la Diócesis de Roma, Cardenal Ugo Poletti, el 11 de junio del año 1986. El primer exorcismo realizado por el padre Amorth fue en ese mismo año 1986; y, desde entonces, ha realizado más 100 mil exorcismos. Según él mismo refiere, ejercía diariamente dicho ministerio, exorcizaba entre 10 a 15 personas por día, “todos los días, incluidos las fiestas”. El padre Amorth ha escrito varios libros referidos al demonio y a su experiencia como exorcista. Su último libro, en colaboración con el periodista Paolo Rodari, lleva el título “El último exorcista” (2012). Versión on line (https://docer.com.ar/doc/x51s808). El nombre no es casual sino intencional, como el mismo padre Amorth lo explica en el prólogo: “Es un título puesto a propósito para provocar. Es obvio que yo no soy el último exorcista que haya quedado en este mundo. Después de mí vendrán otros que ya están aquí, y son jóvenes. Pero somos tan pocos en el mundo que cada uno de nosotros en su batalla diaria se siente de manera inevitable como si fuera el último, el último exorcista llamado a pelear contra el gran enemigo, el príncipe de este mundo, Satanás. La Iglesia, todavía hoy, hace poco para formar nuevos aspirantes a exorcistas. Poco hacen también los obispos. Es esta mi preocupación y por ese motivo he aceptado que el libro saliera con este título.”

Es significativa una entrevista realizada al padre Gabriele Amorth en el año 2004, para la revista italiana 30 GIORNI, sobre la situación del satanismo y la acción del demonio en la cultura actual. Dicha entrevista fue reproducida diez años más tarde por Infovaticana (https://infovaticana.com/2014/03/02/entrevista-gabriele-amorth/), cuya fuente utilizamos en esta columna. La entrevista fue realizada en ocasión de la reforma del Ritual del Exorcista, que tenía su origen en la aparición, el 4 de junio de 1990, de un nuevo ritual “provisional”; dicho ritual se publicó como texto definitivo el 22 de noviembre de 1998. La traducción italiana a cargo de la Conferencia Episcopal Italiana se publicó el 25 de noviembre del año 2001. En la mencionada entrevista, el padre Amorth hace una dura crítica al nuevo ritual y habla de la crisis por la que atraviesan los exorcistas.

Ante la pregunta del periodista ¿Cómo son vistos ustedes, los exorcistas, dentro de la Iglesia? el padre Amorth responde: “Somos muy mal tratados. Nuestros hermanos sacerdotes, a cargo de esta delicadísima tarea, son vistos como locos, como fanáticos. Por lo general, ni siquiera son tolerados por los mismos obispos que los nombraron”. El padre Amorth se queja no solo del escaso o nulo apoyo que reciben los exorcistas, sino de algo mucho más grave: la incredulidad de altas autoridades eclesiásticas sobre la existencia y actuación del demonio. El diablo – dice el P. Amorth – casi ha conseguido hacer creer que no existe: “Incluso dentro de la Iglesia. Tenemos un clero y un episcopado que han dejado de creer en el demonio, en los exorcismos, en los males extraordinarios que puede causar el diablo, y ni siquiera en el poder, que nos ha dado Jesús, de expulsar a los demonios. Desde hace tres siglos, la Iglesia Latina – al contrario de la ortodoxa y de varias denominaciones protestantes – ha abandonado, casi completamente, el ministerio del exorcismo. Al no practicar los exorcismos, al no estudiarlos y no haberlos visto nunca, el clero ya no cree en ellos. Pero, ni siquiera, cree en el diablo. Tenemos episcopados enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza y Portugal. Una carencia aterradora”. El panorama descrito por el padre Amorth es realmente preocupante.

El padre Amorth señalaba que “de un centenar de exorcistas franceses, sólo cinco creen en el demonio y hacen exorcismos. El resto mandan al psiquiatra”. Además, “antes de que saliera este nuevo Ritual, el Episcopado alemán escribió una carta, al Cardenal Ratzinger, en la que afirmaba que no era necesario hacer un nuevo Ritual, porque los exorcismos ya no deben de ser practicados”. Habría que preguntarse si esa situación ha cambiado para bien o si por el contrario estamos asistiendo a la desaparición del ministerio del exorcista. El padre Amorth agrega en la mencionada entrevista: “Podría mencionar un gran número de obispos y cardenales, que en cuanto fueron nombrados para una diócesis, lo primero que hicieron fue quitarles a todos los exorcistas la facultad de ejercer”. No pensamos que se está faltando a la verdad. Lo expresado por el padre Amorth expresa la gravedad de la situación actual.